lunes, 21 de noviembre de 2011

Palabras de Freud.

Conferencia 25: La angustia. Freud: Las primeras fobias situacionales de los niños son las fobias a la oscuridad y a la soledad; la primera persiste a menudo durante toda la vida, y es común a las dos la nostalgia por la persona amada que cuidó al niño, vale decir, la madre. Una vez oí, desde la habitación vecina, exclamar a un niño que se angustiaba en la oscuridad: «Tía, háblame, tengo miedo». «Pero, ¿de qué te sirve, si no puedes verme? »; y respondió el niño: «Hay más luz cuando alguien habla»

domingo, 6 de noviembre de 2011

Un fragmento de Winnicott, “Sostén e interpretación”.


Al principio, puede decirse que vino al análisis y habló. Su lenguaje era premeditado y retórico. Gradualmente se puso en claro que lo que hacia era escuchar conversaciones interiores y contarme algunas partes, las que pensaba que podían interesarme. Con el tiempo, podría decirse que se trajo a sí mismo al análisis y habló de sí mismo, como una madre o un padre puede venir con su hijo y hablarme de él. En estas primeras etapas (que se prolongaron durante seis meses) no tuve oportunidad alguna de mantener con el niño (con él) ninguna conversación directa.


jueves, 20 de octubre de 2011

El eterno retorno. Una cita de Freud (“Más allá del principio del placer”)

“Eso mismo que el psicoanálisis revela en los fenómenos de trasferencia de los neuróticos puede reencontrarse también en la vida de personas no neuróticas. En estas hace la impresión de un destino que las persiguiera, de un sesgo demoníaco en su vivenciar; y desde el comienzo el psicoanálisis juzgó que ese destino fatal era autoinducido y estaba determinado por influjos de la temprana infancia. La compulsión que así se exterioriza no es diferente de la compulsión de repetición de los neuróticos, a pesar de que tales personas nunca han presentado los signos de un conflicto neurótico tramitado mediante la formación de síntoma. Se conocen individuos en quienes toda relación humana lleva a idéntico desenlace: benefactores cuyos protegidos (por disímiles que sean en lo demás) se muestran ingratos pasado cierto tiempo, y entonces parecen destinados a apurar entera la amargura de la ingratitud; hombres en quienes toda amistad termina con la traición del amigo; otros que en su vida repiten incontables veces el acto de elevar a una persona a la condición de eminente autoridad para sí mismos o aun para el público, y tras el lapso señalado la destronan para sustituirla por una nueva; amantes cuya relación tierna con la mujer recorre siempre las mismas fases y desemboca en idéntico final, etc. Este «eterno retorno de lo igual» nos asombra….”
Lic. Juan Esteban Courrèges.
www.apzoeste.com.ar

jueves, 13 de octubre de 2011

El rapto amoroso según Roland Barthes

Cita de “El discurso amoroso” de Roland Barthes: “FIGURA. Rapto del sujeto enamorado por el objeto amado: enamoramiento. O también, palabra de una ambigüedad operativa: ravissement, captura (acto de captura).
Antropológicamente: unidad de la región guerra. Paralelismo entre el vocabulario amoroso y el vocabularia militar. Vínculo conocido: poesía árabe (fitna: guerra material o ideológica y empresa de seducción sexual) y coteszia. En el extremo opuesto, el amor romántico retira el amor del código guerrero, pero reconoce al nacimiento del amor un carácter brusco, irruptivo, violento, evenemencial, semelfactivo. Romántico tardío, Robert de Bonnières (Duparc), “Manoir de Rosemonde”:
Con su diente repentino y voraz
El amor me ha mordido como un perro…
Siguiendo el rastro de mi sangre
Podrás seguir mis pasos…
La mordedura animal nos remite a lo esencial: la idea de un trauma. El amor se origina en un trauma: es como si un trauma (de naturaleza muy enigmática, o en todo caso muy variada) determinase un estado hipnoide (que, al convertirse en persistente, será elestado amoroso). A partir de este punto, el sujeto se encuentra en una fractura, la disociación de dos sistemas: uno social (de carácter ficticio) y uno amoroso (marcado por la verdad).
Este trauma original (el rapto) es una imagen, la visión, el descubrimiento, mediante la apertura repentina de unacortina o la propuesta brusca de un espejo, de una imagen. Observaciones:
1) La imagen captura, cautiva…el sujeto está atrapado, se le quedan los ojos pegados a una visión, como el niño ante el espejo (cuando se lo enseña la Madre) o como el animal, pues aunque no se reconozca, el animal se puede quedar pegado a un espejo: tiene un imaginario.
2) Esta imagen lleva a cabo una transferencia brusca (que “quema” etapas): es la hipnosis (o estado hipnoide….).
3) El carácter brusco de la imagen….

Una cita

Roland Barthes, en su seminario “El discurso amoroso”:


Dependencia.
 Enseña.


“…estoy perdido! Puede hacer conmigo lo que quiera” (Werther).

 Figura.
 Figura clásica de la enajenación amorosa: vértigo al verse totalmente atrapado por la imagen: hipnosis consciente de sí misma. Cortezia, comienzos del siglo XII (Rougemont): vasallaje amoroso. el domnei o domnoi. Esta consciencia de sumisión no se plantea forzosamente en la conducta: actúo de esta forma por dependencia, para gustar, no isgustar…pero…
 Habría que identificar las futilidades (contingencias) en las que esta dependencia estalla a los ojos del propio sujeto. Cuanto más leve es la contingencia, más vertiginosa aparece la  dependencia (Werther se sienta en el lugar en el que Charlotte se apeó del coche; Charlotte le prohíbe que se lo diga y Werther obedece.
 No obstante, la dependencia se engendra a sí misma, como en una serie infinita:


1)     El sujeto actúa enérgicamente para preservar el espacio mismo de dependencia, es decir, para permitir que la dependencia funcione. Sujeto enamorado que no se mueve para no perderse la visita, la llamada de teléfono, que a su vez generarán más dependencia.



2)    La dependencia se refuerza con su consciencia: a) terror provocado por la dependencia. b) humillación provocada por este terror.


 La sumisión es una forma de notificar la demanda: por lo tanto entra en el campo del deseo, a su vez enajenado por el deseo del otro.




Cita de "Fragmentos del discurso amoroso" de Roland Barthes

Azar.
Enseña.
…”de no haber ido nunca allí (a visitar al administrador) el azar no me habría descubierto el tesoro que se oculta en esta tranquila comarca” (Werther) (el azar: el baile en el campo).

Figura.
Simple figura mediante al cual el sujeto recuerda con asombro el azar que le hizo conocer al ser amado.

Simplemente una anotación:

1)              Tópico del discurso amoroso: recordar que se ha conocido al ser amado por casualidad. Se puede refinar el análisis de este azar y descomponiéndolo en una serie de implicaciones: “De no haber…y si…entonces nada de todo esto habría ocurrido”. Gozar del espectáculo de las implicaciones: placer demiúrgico: visto hacia atrás como una fascinación retrospectiva. En realidad, pertenece a la categoría de las evidencias fascinantes.
Es decir, tópicos cuya enormidad llega casi al vértigo. Véase el comienzo de Bouvard y Pécuchet: “Porque si a fin de cuentas no hubiéramos salido para pasear, hubiéramos podido morir sin conocernos”.
Una perogrullada: el momento en que la Estupidez se vuelve filosófica y arrastra la inteligencia como miedo de la “evidencia Cita del seminario “El discurso amoroso” de Roland Barthes:
evidente”.                             
2)              El “azar” siempre se invoca a posteriori,  por definición no puede darse en el presente: sentido retroactivo, sentido proyectado hacia el pasado. ¿Qué sentido? Precisamente el del azar. “Azar”: significado del signo elaborado a partir de la situación amorosa desarrollada.


Compartir una cita

Carlos Pérez en “Tiempos de despertar. Lecturas de un analista” dice:
“Importa advertir lo siguiente: el miedo anuncia que, de atrevernos a un acto transgresivo, sucederá algo nefasto. Augurando una consecuencia el miedo coloca en el a posteriori lo que es puro a priori, de este modo tiende a cancelar el acto en ciernes. No es posible conocer de antemano el después del acto, porque ese acto necesariamente altera los fundamentos de lo dado previamente…
…La sabiduría popular dice que el miedo es mal consejero. Es así, pero no porque presagie algo falso o que no pueda ocurrir, sino porque el miedo tiende con sus presagios a escamotear el acto mismo. ¿El miedo es un síntoma? Lo es en caso de que logre el objetivo de suspender indefinidamente el acto en cuestión paralizando al sujeto. Otras veces, uno sabe que debe  atravesar el miedo para lograr la valentía. “


El amor desconocido según Freud

No quiero dejar pasar esta oportunidad sin expresar, otra vez, mi estupefacción por el hecho de que los seres humanos puedan recorrer tramos tan grandes y tan importantes de su vida amorosa sin notar mucho de ella y aun, a veces, sin tener de ella la mínima vislumbre; o que, cuando eso les llega a la conciencia, equivoquen tan radicalmente su juicio. Y esto no acontece sólo bajo las condiciones de la neurosis, donde estamos familiarizados con el fenómeno; parece ser lo corriente. En nuestro caso, una muchacha desarrolla una idolatría por mujeres; los padres, primero, se resienten con enojo por ello, pero apenas si la toman en serio; ella misma sabe bien la fuerza con que eso la reclama, pero experimenta muy poco de las sensaciones de un enamoramiento intenso hasta que, a raíz de una determinada frustración, se produce una reacción por completo excesiva, que muestra a todos los interesados que se está frente a una pasión devoradora, de fuerza elemental. De las premisas requeridas para la irrupción de semejante tormenta anímica, tampoco la muchacha notó nunca nada. En otros casos encontramos muchachas o señoras en graves depresiones, que, preguntadas por la causación posible de su estado, dan por referencia que han sentido, sí, un cierto interés por determinada persona, pero no lo tomaron muy a pecho y muy pronto despacharon ese asunto después que fue forzoso abandonarlo. Y no obstante, esta renuncia, al parecer sobrellevada tan fácilmente, se ha convertido en la causa del grave trastorno. O bien encontramos hombres que han puesto fin a superficiales relaciones con mujeres, y sólo por los fenómenos subsiguientes no pueden menos que enterarse de que estaban enamorados con pasión de ese objeto presuntamente menospreciado. También cabe el asombro por los insospechados efectos que pueden derivar de un aborto artificial, el acto de matar el fruto del vientre, decisión que se había tomado sin remordimiento ni vacilación. Así, nos vemos precisados a dar la razón a los creadores literarios que nos describen de preferencia personas que aman sin saberlo, o que no saben si aman, o creen odiar cuando en verdad aman. Parece que justamente el saber que nuestra conciencia recibe de nuestra vida amorosa puede ser incompleto, lagunoso o falseado con particular facilidad. En estas elucidaciones, desde luego, no he dejado de descontar la parte de un olvido en que pudo incurrirse con posterioridad.


Reflexiones de Freud

La psicología es también una ciencia natural. ¿Qué otra cosa puede ser? Pero su caso es de diverso orden. No cualquiera osa formular juicios sobre cosas físicas, pero todos -el filósofo tanto como el hombre de la calle- tienen su opinión sobre cuestiones psicológicas y se comportan como si fueran al menos unos psicólogos aficionados. Y aquí viene lo asombroso: que todos -o casi todos- están de acuerdo en que lo psíquico posee efectivamente un carácter común en que se expresa su esencia. Es el carácter único, indescriptible pero que tampoco ha menester de descripción alguna, de la condición de conciente. Se dice que todo lo conciente es psíquico, y también, a la inversa, que todo lo psíquico es conciente. Que sería algo evidente, y un disparate contradecirlo. Ahora bien, no puede aseverarse que con esta decisión se arroje mucha luz sobre la esencia de lo psíquico; en efecto, ante la condición de conciente, uno de los hechos fundamentales de nuestra vida, se detiene la investigación como frente a un muro.
...El psicoanálisis se sustrajo de estas dificultades contradiciendo con energía la igualación de lo psíquico con lo conciente. No; la condición de conciente no puede ser la esencia de lo psíquico, sólo es una cualidad suya, y por añadidura una cualidad inconstante, más a menudo ausente que presente. Lo psíquico en sí, cualquiera que sea su naturaleza, es inconciente, probablemente del mismo modo que todos los otros procesos de la naturaleza de los cuales hemos tomado noticia.


Parafraseando a Helene Deutsch

Por el Lic. Juan Courrèges.
Existen personas que sólo pueden tener amores pero no amar; en otras palabras, tan sólo pueden experienciar el amor como un éxtasis de sentimiento, con una superestimación sin crítica, que no tiene nada que ver con el valor real del objeto. La felicidad consiste aquí en la satisfacción completa de los determinantes inconscientes de la relación amorosa, más que en el armónico amor objeto con su real superación de la ambivalencia. Tan pronto como el éxtasis ha pasado, el amor desaparece. Queda indiferencia u odio con respecto a la persona tan ardientemente amada antes…. Se comienza a desvalorizar, entonces lo antes sobreestimado. Se trata de un proceso automático en el que todos los sentimientos y anhelos negativos hipercompensados y suprimidos por el éxtasis aparecen ahora en primer plano. Toda la primera felicidad amorosa es deformada en el recuerdo y sólo se evoca la parte desagradable de la relación. El proceso intensivo de apasionamiento exagerado salta en la dirección opuesta. El examen más detenido muestra que estas personas aman a un fantasma, a un ideal ficticio al que temporalmente dan un nombre real. Después de un período más o menos largo vuelven a experienciar el mismo entusiasmo amoroso por otro fantasma, que sufrirá el mismo destino.

Prejuicios

Por el Lic. Juan Esteban Courrèges.
Hay una creencia considerablemente extendida en relación a la vida de pareja. De acuerdo a ella sería esperable que, con la estabilidad en el tiempo, la edad y la rutina, el vínculo se iría desgastando necesariamente.
Nada tan equivocado: no es un devenir natural de la pareja. De hecho hay parejas que, con el tiempo, no sólo no se enfrían sino que mejoran su relación incluso desde el punto de vista sexual.
Algunos objetaran presentando innumerables ejemplos en sentido contrario pero en esos casos se trata o bien de dificultades no resueltas o bien del fin del amor y el deseo respecto de determinada persona lo cual es diferente de un desarrollo natural de una relación.

viernes, 18 de marzo de 2011

Noche de guardia en el Hospital

Por el Lic. Juan Esteban Courrèges.
Noche de guardia en un hospital de la matanza. Un médico busca al psiquiatra y al psicólogo a los efectos de realizar una interconsulta: debe comunicar a unos padres la inminente muerte del hijo internado en terapia intensiva tras un accidente automovilístico. “En este caso el médico también es el paciente”. Le proponemos acompañarlo, la comunicación de la noticia estará a su cargo.
Llegado el momento se procedió y no se hizo esperar la reacción de los padres. El médico intentó pararse y frenar el llanto. Nosotros lo detenemos. Esperamos a que los padres se hayan desahogado y le ofrecimos la posibilidad de concurrir a consultorios externos.
Una vez terminada la intervención le explicamos al médico que la reacción que presenciamos es la natural. No hay nada patológico es eso, lo preocupante sería justamente que estas manifestaciones no aparezcan ante una noticia de esa magnitud. Es el primer paso del duelo.

El medio de la vida

Cita de “La preparación de la novela” de Roland Barthes.
1 - …” la conciencia de lo siguiente: llegado a cierta edad “los días están contados”; cuenta regresiva imprecisa pero cuyo carácter irreversible es mejor percibidlo que durante la juventud. Ser mortal no es un sentimiento “natural” (de allí que haya tantos que se estrellan contra un árbol persuadidos de que son inmortales). La edad conlleva esta evidencia: “Soy mortal”... Necesidad imperiosa de ubicar el trabajo por realizar en un casillero estrecho y finito: el último casillero. O, más bien: porque el casillero está dibujado, porque ya no hay fuera del casillero el trabajo que se ubicará en el con una especie de solemnidad”-
2 – “…luego, conciencia de lo siguiente: llega un momento donde lo que uno hace…aparece como material repetido, destinado a la repetición, al cansancio de la repetición”….
3 – “Finalmente, un acontecimiento, proveniente del Destino, puede sobrevenir para marcar, comenzar incidir, articular, aunque sea dolorosa dramáticamente, este encallamiento progresivo, determinar esta inversión del paisaje demasiado familiar, que he llamado el “medio del camino de nuestra vida”: es el activo del dolor. …un duelo cruel y único puede constituir esa cima de lo particular; marcar el  pliegue decisivo: el duelo será lo mejor de mi vida, lo que la divida irremediablemente en dos partes, antes/después. Pues el medio de mi vida, cualquiera sea el accidente, no es otra cosa que ese momento en que se descubre la muerte como real”.
4 – “….se  produce esta evidencia: por una parte ya no tengo tiempo de ensayar varias vidas: tengo que elegir mi última vida, mi vida nueva…y, por otras parte, debo salir de este estado tenebroso, adonde me conduce el desgaste de los trabajos repetidos…esta muerte lenta del in “situ”, esta fatalidad que haría que no pudiera entrar vivo en la muerte”.

Por el Lic. Juan Esteban Courrèges.



viernes, 18 de febrero de 2011

Reflexiones. Inhibición, compulsión. Patologías de la función.

Hay distinto tipo de dificultades en relación a la acción, una es la inhibición en ese caso hay un anhelo impedido. Otro es el de la compulsión en el cual hay un placer no sabido del que es difícil desprenderse. En un caso se trata de un no poder hacer, en el otro de un no poder parar de hacer. En este ítem podemos poner la adicción en todas sus formas: droga, alcohol, trabajo, deporte…
En un caso de inhibición se trata de un deseo claro que por motivos desconocidos no se puede concretar. En el otro lo que se desconoce es el deseo.
La compulsión, por otra parte, entra en una categoría diferente llamémosle la de una alienación donde no hay espacio para otra cosa que la obediencia aun cuando se exteriorice bajo la forma de la desobediencia a los otros. Bajo esa apariencia hay de la esclavitud, un no poder decir que no al imperativo de la compulsión. No se pude dejar de obedecerla.

martes, 15 de febrero de 2011

Historia de Tauber.

Tal como era su costumbre, Alberto se despertó a las seis, se duchó y preparó una taza de café con leche que acompañó con cereales. Escuchaba una interpretación de Konrad Junghänel de los Lautenwerke de  Bach, mientras observaba los dibujos intermitentes en el ecualizador del audio. Era lunes y sabía que era día de tribunales. El lo había establecido de esta manera. Si bien tenía una empleada que se encargaba del trabajo había casos en los cuales al doctor Alberto Tauber le agradaba realizar hasta  la mínima diligencia en persona. Tenía que presentar un recurso de amparo en el caso del señor Alvarez y eso lo inquietaba. Se vestía con lentitud, deteniéndose especialmente en el nudo de la corbata. Luego salió rumbo a la calle.
Pensaba en la naturaleza de un recurso de amparo. Tenía un lugar especial en la estructura de la ley. Hay de los delitos que están recubiertos de un aura de gravedad que pasarían a formar parte de un catálogo de la maldad, de la crueldad, en el límite, de la enfermedad. Pero en esos casos no se ve verdaderamente cuestionado el despliegue impertérrito de la ley.
Cuando se pone en juego un recurso de amparo algo se conmueve, vacila, pues hay que decidir sobre un movimiento que tiene toda la forma de la ley y, al mismo tiempo, cuestiona un derecho adquirido. Como si pusiese al descubierto una suerte de pecado original, de contradicción en su propia esencia de la ley.
Alberto pensaba en estas cuestiones mientras caminaba por calle Córdoba rumbo al juzgado. El otoñó se iba retirando pausadamente, con un sigilo tal que nadie se daba cuenta que el invierno llegaba implacable. Buenos Aires salía de la profundidad de la noche, todavía falta de la presencia anónima de la masa. Los taxis, algunos colectivos iban marcando un ritmo que por el momento era lento, pesado.
Estaba ya entre Paraná y Uruguay cuando un hombre mayor se tropieza y estrepitosamente cae. El maletín, el celular, unas monedas que luego hubo que ayudar a recoger hicieron un ruido extraño, como si cada objeto esperase la caída del otro para dejar de sonar. Algo así como un redoble  breve de tambor.
-         ¿Se encuentra bien? –
Con movimientos lentos pero continuos el hombre se puso de pie y Alberto pensaba que el invierno tiene eso: la precisión de los sonidos. El verano producía un efecto de empastamiento, como si en el vacío, en el contorno de los ruidos se cosiera un almohadillado minucioso. El frío despertaba sus oídos, le entregaba los sonidos más descarnados.
La mañana transcurrió y verdad es que esperaba el encuentro con el Doctor Manuel Gutierrez con quien almorzaba cada tanto. Con él había algo de una comunidad inconfensable, dos escribas de la maquinaria legal dejaban los pesados libros de la ley y hablaban inútilmente. El Doctor había sido docente de Alberto y aquello que le había llamado la atención no era la inteligencia de los comentarios jurídicos del alumno lo cual era bastante común en cualquiera que siguiese con atención las clases. Se trataba de algo un poco más sutil. Gutierrez adornaba sus discursos con escuetas referencias a novelas y hechos históricos a modo de apólogo de las mismas. Era justamente lo que un resumen de la clase dejaría de lado como inesencial. Alberto intervenía y preguntaba haciendo guiños a estas referencias y en esa complicidad se fue tejiendo una amistad que persistió durante años. Ya anciano y retirado el maestro invitaba al discípulo haciendo honor a este pacto sellado sobre los desechos de la clase.
Tocó el timbre y esperó poco, casi se podría decir que su espera fue interrumpida por la chicharra. Entrar en el departamento del Doctor tenía el encanto de los pasos sobre el piso crujiente.
-         ¿Luiggi Bosca, Doctor?- saludó Gutierrez.
-         ...por favor...- Alberto tomó una copa de la mesa. El Doctor lo invitó con un ademán a la cocina.
-         ...un momento y la salsa estará a punto...los alegnottis nos esperan...¿Se enteró de lo de Varela?
-         ¿Julio Varela?
-         Exacto.
-         No sé a qué se refiere. Se que se separó de su mujer hace un año y que desde entonces se lo ve muy mal, como si estuviera un poco más viejo.
-         Estaba atormentado. La cuestión que no lo dejaba en paz era lo que él entendía como el carácter repentino de la decisión de la mujer. Después de tantos años, de una rutina y un sentimiento sólidamente construidos. La perseguía pidiéndole explicaciones. Lo cual llevó a dos cosas: a afianzar la ruptura y a pronunciar el enigma...- Gutierrez revolvía la salsa - ...lo primero porque para alguien que vacila en su amor, que padece una devaluación del objeto de su amor, una actitud suplicante no hace otra cosa que degradarlo aún más y la vergüenza de contemplarlo termina produciendo rechazo, la mujer ni verlo quería...y digo que, al mismo tiempo, pronunció el enigma porque ¿Qué explicar? ¿Qué se el contesta a alguien que pregunta de esta manera? “Fulano de tal, la cosa es así, ¿viste eso que se llama amor?, bueno eso no lo siento más por tu persona”. De todas maneras, me parece, Alberto, que la herida de la pregunta de Varela no se cierra con ninguna explicación y que todo intento de hacer algo semejante será insuficiente...

En ese momento se producía la mezcla alquímica de la pasta y la salsa. El acto solemne de servir los platos y llenar la segunda copa de vino imponía una pausa. El Doctor Varela continuó:

-...la cuestión es que hay novedades. Algo sabía de estas cosas. Varela era sonámbulo. Desde niño comenzó con el problema. Al principio se limitaba a algunos movimientos en la cama acompañados por largos monólogos que le producían no pocas dificultades, ya que la mayoría de las veces delataba sus travesuras. Con los años entablaba largos diálogos en sus trances, sus hermanos y, luego, su mujer jugaban a tratar de deducir lo que el otro le decía en sueños a partir de los parlamentos de Varela. Pero el tema se volvió más preocupante cuando comenzó a levantarse de la cama y a caminar por la casa. Invariablemente se despertaba con un golpe contra una pared o una puerta. Y consultaron a un neurólogo que dio el caso por cerrado e indicó un medicamento. Pero el problema persistió.
-         Tal vez la medicación no era la correcta- dijo Alberto.
-         Sin embargo me parece que no se trata de eso. El médico desatendió lo esencial que no era tanto el hecho de que hablase o se moviese o caminase dormido sino el contenido de lo que decía y el escenario que se iba construyendo en los trances. Es increíble la ceguera de la medicina en relación a estas cuestiones. Luchan encarnizadamente buscando causas científicas pero repentinamente dejan muchos hechos librados al azar. Lo importante fue, para este médico, determinar la causa orgánica y, en lo posible, anatómicamente localizable del insomnio descartando el resto como una nadería desprovista de importancia. Cuando Varela fue abandonado por su mujer, y esto es lo más jugoso del asunto, se agregó un elemento nuevo. Al escenario se le fueron agregando tablas. La primera vez lo consideró algo peligroso pero circunstancial. Cuando se repitió lo aterrorizó. Empezó a salir de su departamento. Hasta ese momento los movimientos se habían limitado al interior de su vivienda pero ahora se despertaba en el tercer piso, en la puerta de la terraza, deambulaba horas por los pasillos para indignación de las señoras decentes del edificio dado que los actos sonámbulos no incluían el recurso a la vestimenta. Hasta que tuvo un accidente. Un tropiezo en la escalera...fue asistido por una vecina de cuya existencia no estaba enterado. Trabaron conocimiento y son actualmente ardientes amantes. Lo curioso es que, desde entonces, no padece de sonambulismo.
-         ...es increíble. Pareciera que llevaba dos vidas. Dos paralelas que nunca se tocaban...
-         Si, hasta el tropiezo, en el cual esas dos líneas se hacen una - Gutierrez volvía a llenar las copas – Estaba buscando, sin saberlo...tal vez.

Luego la conversación se centró sobre los temas usuales en sus encuentros: la literatura, la música, el cine, muy poco sobre la política. Salir a la calle después de aquellas tertulias tenía un sabor diferente, Alberto sentía que se sacaba de encima algunos años y ya la tarde de trabajo se sucedía con una plasticidad de gimnasta. Era, entonces, más amable, más atento, más preciso en la dirección de su trabajo y eso le permitía una media hora de descanso a media tarde con la absoluta seguridad de llegar hasta el final en lo que se había propuesto, como si le sobrase el tiempo, como si el tiempo adquiriese la medida de su voluntad. El cierre de la jornada estaba brevemente ritualizado: ordenaba los escritos ejecutados por él mismo y realizaba una lectura minuciosa de aquellos a cargo de su secretaria, la señorita Lasalle. Esto le permitía preparar el paquete de las diligencias del día siguiente dividiéndolo por juzgados y vencimientos.
Cuando se retiró del estudio ya oscurecía y caminó en principio por placer. Cruzó la 9 de Julio pero demorándose en la contemplación de la desactivación del microcentro. Pasó por un café, pensó vagamente en la posibilidad de sentarse y tomar un “irlandés” pero una visión fugaz, un reflejo en la ventana le hizo desistir. Una visión que tenía la definida forma de una mujer, vestida con un sobretodo exquisitamente elegante, abierto de tal manera que podían apreciarse sus piernas turgentes envueltas en un pantalón que parecía a punto de estallar en una sinfonía de sensualidad. Sin darse cuenta el ritmo de sus pasos se identificaron con los de la dama y estaba en esto cuando llegó a la esquina de Libertad y Córdoba.
Allí un ciego comenzaba a cruzar la calle con un desparpajo impertinente teniendo en cuenta la providencial despreocupación de los automovilistas argentinos por los peatones y no sin prisa Alberto se vio obligado a intervenir deteniendo el intento.
-         El semáforo está verde, no cruce – dijo mientras lo hacía retroceder tomándolo del brazo y miraba a la dama alejarse con infinita tristeza - ¿A dónde va?.
El ciego mencionó un número de colectivo, buscaba la parada. Ya con esto sumaba una segunda dificultad dado que estaba caminando en la dirección exactamente opuesta. Había que acompañarlo hasta Talcahuano, pobre tipo. Con resignación, volvió a tomarlo del brazo y comenzaron a andar. Pero a los pocos pasos sintió que algo lo inquietaba. Pensó en el silencio del ciego inmediatamente. Trató de buscar palabras pero no se le ocurría nada. Caminaban lentamente.
Fue entonces cuando vio el bastón, el típico bastón de metal, pero doblado en su extremo. Ya estaba...
-         ...tiene el bastón doblado...- dijo Alberto.
-         ¿Sabe lo que pasa?- se hizo una pesada pausa,  un hueco de silencio que estaba a punto de absorberlos - ...la gente...ve cada vez menos...
Alberto sonrió. Transcurrió otra cuadra en silencio.  Lo dejó en la parada y después de breves palabras de agradecimiento, se dispuso a retomar Córdoba rumbo a su departamento. 



domingo, 13 de febrero de 2011

Dónde está la brújula?

Lic. Juan Esteban Courrèges.
Hay una especie de inercia en virtud de la cual las personas van resignando el comando de su vida. Ponen la brújula que direciona la existencia afuera, es algo que se sigue de ello en forma automática. A partir de allí se trata cada vez menos de lo que la persona desea, es cuestión de responder a exigencias sociales, económicas, ideológicas, religiosas, etc.  En este cuadro de situación y sin contar con espacios en los cuales desarrollarse, el deseo se abre paso a través de síntomas (en la época actual es a veces necesario enfermarse para darse un tiempo propio, para salir de la alienación, de la culpa de no cumplir). La falta de este tiempo propio va de la mano con la falta de un plan vital constituido a partir del deseo. Esta es la diferencia entre ser objeto de uso de un sistema y ser sujeto que hace uso del mismo.

El niño y la escuela.


Por el Lic. Juan Esteban Courrèges.
La entrada en la escuela es una novedad para el niño desde distintos puntos de vista: implica el pasaje de conocimientos libremente adquiridos a otro fundado sobre cierto número de reglas de aprendizaje y por otro lado una separación del medio familiar y la práctica de nuevas formas de inserción social.
Actualmente nos encontramos en una situación inédita en relación a épocas anteriores en el sentido del acceso del niño a través de los medios de comunicación masiva a conocimientos que no pueden procesar lo cual se combina con una extrema dificultad para tomar otros que les va aportando la escuela, todo esto en un contexto de decadencia del sentido de la autoridad y de los valores éticos. Habría que poner en la cuenta las nuevas formas de constitución y funcionamiento de la familia, por el impacto social, cultural y económico que exige, en un número cada vez más creciente, el trabajo de ambos padres y, por lo tanto, la disminución de la participación de los mismos en el proceso educativo. Por último cabe señalar la incapacidad operativa de aquellos que intentan implementar políticas y reformas pedagógicas.
La escolarización no es, pues, un movimiento automático o burocrático sino una verdadera puesta a prueba de las capacidades intelectuales y psicológicas del niño. Es por ello que se trata de una fase con alta probabilidad de crisis y trastornos que las estadísticas confirman. Las dificultades escolares que pueden llegar hasta la interrupción del proceso dejan marcas que producen efectos a lo largo de toda la vida del individuo.
Si bien el contexto tiene una importancia digna de consideración aquello que nos orienta en cada caso serán las particularidades del mismo en un análisis de la capacidad intelectual, de la afectividad, de la constitución de los lazos familiares y modelos, de las características de la escuela y los planes educativos.