jueves, 13 de octubre de 2011

Una cita

Roland Barthes, en su seminario “El discurso amoroso”:


Dependencia.
 Enseña.


“…estoy perdido! Puede hacer conmigo lo que quiera” (Werther).

 Figura.
 Figura clásica de la enajenación amorosa: vértigo al verse totalmente atrapado por la imagen: hipnosis consciente de sí misma. Cortezia, comienzos del siglo XII (Rougemont): vasallaje amoroso. el domnei o domnoi. Esta consciencia de sumisión no se plantea forzosamente en la conducta: actúo de esta forma por dependencia, para gustar, no isgustar…pero…
 Habría que identificar las futilidades (contingencias) en las que esta dependencia estalla a los ojos del propio sujeto. Cuanto más leve es la contingencia, más vertiginosa aparece la  dependencia (Werther se sienta en el lugar en el que Charlotte se apeó del coche; Charlotte le prohíbe que se lo diga y Werther obedece.
 No obstante, la dependencia se engendra a sí misma, como en una serie infinita:


1)     El sujeto actúa enérgicamente para preservar el espacio mismo de dependencia, es decir, para permitir que la dependencia funcione. Sujeto enamorado que no se mueve para no perderse la visita, la llamada de teléfono, que a su vez generarán más dependencia.



2)    La dependencia se refuerza con su consciencia: a) terror provocado por la dependencia. b) humillación provocada por este terror.


 La sumisión es una forma de notificar la demanda: por lo tanto entra en el campo del deseo, a su vez enajenado por el deseo del otro.




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