Al principio, puede decirse que vino al análisis y habló. Su lenguaje era premeditado y retórico. Gradualmente se puso en claro que lo que hacia era escuchar conversaciones interiores y contarme algunas partes, las que pensaba que podían interesarme. Con el tiempo, podría decirse que se trajo a sí mismo al análisis y habló de sí mismo, como una madre o un padre puede venir con su hijo y hablarme de él. En estas primeras etapas (que se prolongaron durante seis meses) no tuve oportunidad alguna de mantener con el niño (con él) ninguna conversación directa.