— La puesta del
sol es una hora tan triste —dijo ella de pronto.
— Cuando considero
el final de un día, de cualquier día, siempre tengo la impresión de que es el
final de toda una época. ¡Y el otoño! Podría ser el final de todo —dijo Port—.
Por eso detesto los países fríos y me gustan los cálidos, donde no hay
invierno, y cuando llega la noche sientes que la vida comienza en lugar de
terminar. ¿No te parece?
— Sí. Pero no
estoy segura de preferir los países cálidos. No sé. No estoy segura de que no
sea un error escapar a la noche y al invierno y de que si lo haces no tengas
que pagarlo de alguna manera.
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